Anarquísmo: Teoría y praxis.

 

Hemos dicho que empezaríamos por hacer un breve análisis de qué se entiende por el Socialismo libertario según las ideas expuestas por Carlos Diaz y Félix García en su libro «16 tesis sobre Anarquismo». Luego si acaso, tenemos tiempo, expondremos nuestra construcción. Empezamos pues, ya lo hemos dicho por la relación entre teoría y praxis:

Teoría y práxis:(tesis 1,7,13,14,16)
El anarquismo no es un tipo de Socialismo utópico (1ª) y ello es algo de lo que ha sido acusado en innumerables ocasiones, si bien es cierto que su construcción teórica no se acerca al socialismo científico de Marx no es menos cierto que el anarquismo no se acaba en una afirmación de la capacidad del hombre de autoorganizarse sin tener que enajenar su libertad a un poder externo, sino que ha sido capaz de demostrar que esta tesis no es un mero desideratum de los locos anarquistas sino una realidad histórica que se ha presentado en momentos concretos del siglo XX, sin ir más lejos en la organización industrial de Cataluña bajo la dirección de la CNT, en los campos de Aragón, o en los relojeros de Saint-Imier o las federaciones de industria basadas en la obra de Kropotkin «Campos, fábricas y talleres».
Para los autores que tratamos el anarquismo es, ante todo, una utopía dialéctica (13ª), aunque esta no sea sin más, mi opinión; parten estos autores de la distinción entre teoría y praxis y entienden que mientras la teoría es pura; la praxis tiende a hacer concesiones e impide una realización pura de la teoría; según ellos, dicen, que el reino del anarquismo no es de este mundo, e irremediablemente tendrá que renunciar a su hortodoxia si quiere verse, aunque sea en parte, realizado. Cuando hablan de utopía dialectica lo hacen para oponerla a la utopía evasionista, esta es aquella que simplemente mata la acción, que nos paraliza; la utopía dialectica debe estar al servicio de la praxis; por tanto no ha de ser tan rígida que no permita una realización práctica, debe estar en la realidad y moldearse a ella, adaptarse y no encerrarse en disputas sobre el purismo teórico. El anarquismo es esencialmente crítico, ya lo hemos dicho, lleva el no en el nombre; por eso no se va a realizar nunca, porque la realidad es inagotable y de realizarse algún día; surgiría uno nuevo más puro que el anterior destinado a criticarle, y en este sentido, según siempre los autores citados, es aporético (16ª) o paradójico, en la medida en que siempre estará en una tensión de irrealizabilidad práctica en su puro sentido; interpretamos, nosotros, que esta tendencia hacia la aporía, es precisamente debido a lo que ya adelantamos antes, y la pendencia de su conceptualización respecto de otro concepto, el poder, que es seguramente su peor enemigo.

Nos queda aproximarnos a esta corriente desde el punto de vista de su posicón epistemológica; dicen nuestros autores que el anarquismo no es dadaísmo (7ª) y lo dicen porque algún autor, como Feyerabend se ha autodefinido como anarquista epistemológico. Anarquismo no es irracionalismo, y no tiene porqué defender una total ausencia de método científico; volvemos pues a la faceta estrictamente negativa en la que la gente introduce el concepto anarquismo, entendiendo que puede denominarse anarquista cualquiera que esté en contra de algo, o cualquiera que proponga la destrucción de los estándares; no! Esto no es anarquismo, el anarquismo, ya lo decimos, debe entenderese como algo esencialmente construcctivo, y no meramente destructivo. Ahora bien, es cierto que podemos oponernos a una logificación de la inteligencia, la inteligencia no es mero logos, no es sólo racionalidad; y es en atención a ello, por lo que, probablemente en este libro se dice que anarquismo es la imaginación (14ª) quizá no «la imaginación al poder», en el sentido de mayo del 68, sino del poder de la imaginación; y en este equilibrio de razón e imaginación se debe entender situado el anarquismo; defiendo pues, el poder de la imaginaicón, pero siempre, claro, no como mera utopía evasionista. Nosotros intentaremos profundizar más en esta dialectica y para ello volveremos luego, con la inteligencia sentiente de Xavier Zubiri.

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