
Imagen pixabay.com/en/users/Frivolouswhim **[Por Uxío PR]** Mi viaje a París fue uno de los que más me han gustado. Sin duda lo recomiendo a todo el mundo; especialmente para aquellos que viajan en pareja. Un aspecto que me llamó la atención fue la exquisita amabilidad francesa. Que nadie piense cosas raras por el título. Tanto en el la forma de hablar como en el comportamiento nos llevan cierta ventaja nuestros vecinos franceses. En pleno arco del triunfo he visto a varios hombres salir corriendo por el sombrero de una persona que desconocían. Lo de levantarse en el transporte público por la presencia de un anciano. Lo dar los buenos días cuando se entra a cualquier local también está al orden del día. Pero esta intrahistoria, la que hace justicia al título, me ocurrió en un restaurante cerca del río Senna. Al terminar del comer. Justo antes de pagar la «addition» tuve que ir al cuarto de baño. Había que bajar al piso inferior. Me sorprendió descubrir que eran de un tamaño muy reducido. Como era esperable en un restaurante cercano al mítico río de la capital francesa, tube que hacer cola y como de costumbre, la espera para el baño de mujeres era mucho mayor. Cuando apenas llevaba un minuto esperando pacientemente, bajó por las escaleras una mujer. Debía rondar los cuarenta años. Tenía verdaderas dificultades para caminar. Iba diciendo en un tono firme (pero sin gritar) algo como: * _Avec votre permission, s’il vous plait, mille fois pardon, c’est une urgence!_ (Con su permiso, por favor, discúlpenme ¡Se trata de una urgencia!) Fue de lo poco que le entendí (mi francés no va muy allá). Ella no paraba de hablar, pero el mensaje era bastante claro. Al instante, toda la fila de mujeres se hizo a un lado. Me sorprendió ver que la que estaba en el baño salió enseguida subiéndose los pantalones como podía, mientras la mujer con la urgencia no paraba de soltar palabras amables. En un momento, la mujer entró en el baño y cerró la puerta. Pero a los dos segundos, se vuelve a abrir la puerta del baño, la mujer estaba sentada en la taza diciendo algo como: * _Pas de papier, oh…_ Al instante, la chica que había salido del baño, colocándose todavía los pantalones, entró en el cuarto de caballeros, cuya puerta estaba abierta. Sacó una buena tira de papel higiénico y entró a dársela a la señora. Al salir ya parecía más aliviada, y de nuevo, más palabras amables. * _Vous êtes charmante, madame, merçi beaucoup beaucoup!!_ (es usted encantadora señora, muchísimas gracias) Es tan sólo un ejemplo más de la amabilidad francesa. Ninguno de los que estábamos allí le lanzó una mala mirada, ni se hizo ningún tipo de chiste que pudiera incomodar a la señora de la urgencia. Algo que por otro lado habría sido típico en nuestro país patrio (que en mi caso es España)