
Imagen de pixabay.com Siempre me cuentan esta historia. Desde que era pequeño la vengo escuchando. Parece ser que la abuela de mi madre, Mamá Consuelo, tenía una tienda de esas donde se venden cosas de todo tipo; una especie de ultramarinos, supongo. Ellos vivían allá en Bouzas, pueblecito que ahora forma parte de Vigo, provincia de Pontevedra. La historia tiene como protagonisa a un joven; bueno probablemente ya no tan joven; al que llamaban «El Purrúa». Todos sabemos que en los pueblos se ponen este tipo de motes a la gente. Desconozco la razón de éste mote en concreto, parece ser que existe un apellido asturiano similar. Este chico se dedicaba, según creo, a pintar; era pintor de brocha gorda, claro, quizá con alma de artista pero de oficio sencillo. El caso es que «El Purrúa» entró en la tienda de Mamá Consuelo apenado y con la cara socabada de sal; llorando, vamos. Al momento Mamá consuelo le debió preguntar el porqué de sus penas pero poco debió sacar en claro porque «El Purrúa» tragaba lágrimas y apenas podía hablar. En esto, el pobre hombre soltó, en gallego, un: * Señora Consuelo, Señora Consuelo, déame unha caixa de mistos * ¿É para qué queres tí os mistos, se non fumas? * Señora Consuelo… (Pausa dramática) ¡Déame a caixa que me quero envenenar! No creo que tengan ustedes problemas para entender el diálogo aunque esté en gallego. El Purrúa quería la caja de mixtos para envenenarse tragando el fósforo de las cabezas de las cerillas. Entiendo que este intento autolítico estaba condenado al fracaso porque supongo que habrá que comer muchos mixtos para envenenarse así. Aunque ciertamente los intentos de suicidio no deben tomarse a la ligera. En cualquier caso, lo _simpático_ del asunto, es que la Señora Consuelo, supongo que dándose cuenta de lo absurdo del hecho, le dijo: * Anda, anda, aquí tes os mistos pero tómaos fora, non veñas a amolar na tenda agora. Que viene a ser un (Venga, aqui tienes los mixtos pero tómalos fuera, y no vengas a molestar en la tienda ahora). Sin perjuicio de la probable irresponsabilidad de la Señora Consuelo, no tengo noticias de que al «Purrúa» le pasara nada con la caja de cerillas; esta la historia, y el porqué de que cuando en mi casa alguien hace algo sorprendente se dice «¡Mistos pal Purrúa! que se quiso envenenar» o simplemente «¡Mistos pal purrúa!»