Imagen de https://c2.staticflickr.com/4/3884/14249428718_61ab6cf7f3_b.jpg **[Uxío PR]** Tengo cientos de recuerdos del barrio de mi ciudad natal. Vivía en un viejo edificio que a mis ojos era el mejor del mundo. Había un parque lleno de árboles y «pistas» en las que jugar. Recuerdo a una chica, era la hija del simpático vecino del cuarto. Con apenas 16 años cayó en un estado hecatómbico de amor por otro chico; este era un año mayor que ella y también vivía en el edificio. La chica era morena, de complexión delgada y, a mis ojos de chavalín (hace ya muchísimos años que no la veo), me parecía realmente guapa. Era muy común verla en el portal, esperando; esperando otra vez y, me pregunto cuántas veces, desesperando para encontrarse casualmente con el chico que le gustaba. Recuerdo la mezcla de amabilidad y timidez con la que te saludaba al atravesar el portal. El chico jamás mostró el mínimo interés por ella. La gota que colmó el vaso fue verla un día con él y un amigo de éste, en otro de sus encuentros casuales. Los dos chicos se disponían a echar la tarde en bicicleta, ella no tenía medio de transporte. Cuando ya nos alejábamos del portal, el chico se despedía con apuro de ella, pues estaba empeñada en acompañarles. La escuché decir: * Voy corriendo. Y allá fueron; los dos en bici y ella detrás, corriendo. Es una imagen que me quedó grabada, nunca pude entender cómo una chica tan guapa podía hacer esas cosas. Pero claro, de aquella era un chaval.