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{.alignleft
width=”142” height=”178”}Hoy no me apetecía escribir, pero me apetecía
publicar, es un poco lo mismo de «tengo hambre pero no tengo ganas de
comer» que me decía un amigo; así que he decidido colocar aquí un poema
del nuevo libro de poesía que estoy escribiendo; el libro anterior
«Pequeño estudio de la
verdad»
me sigue gustando, y para mi es una investigación en primer lugar sobre
dos tipos de formas poéticas, las que buscan la música, y las que se
preocupan más del contenido, y en segundo lugar de si es posible decir
la verdad cuando se hace poesía; a este respecto siempre recuerdo el
verso de
Garcilaso
que ya comentábamos hace algún tiempo; en este libro nuevo que me ocupa
la cuestión es similar, pero no la misma; porque hay dos formas de
entender la verdad (entre otras; por ejemplo la verdad islámica que se
relacionaría con la fiabilidad), la occidental, como la concurrencia
entre lo dicho y la realidad; y la griega clásica en donde verdadero era
aquello que salía a la luz, lo oculto era lo falso, encontrar la verdad
era algo así como descubrir lo que estaba oculto, sacarlo a la luz; por
eso en este nuevo libro me preocuparé de mostrar; y de mostrar lo más
sensitivamente posible; por eso en un primer momento pensé en la
iPoesía,
pero tiene sus limitaciones; así que creo que hay que ser más radicales
todavía, por eso lo de hiperexperiencial; he aquí mi poema.
Entre tanta falta de dignidad
y poesía
me acerco a la ventana.
Aquí un suspiro se me nubla si
apoyo mi cara contra el cristal.
así me quedo un rato.
El frío me recorre como un gato manso,
ronronean los autos y el viento
que palmea contra la ventana.
Suspiro otra vez
y otra nube de viento se dibuja en la ventana
Curiosa prisión la de los días y las noches.
Regreso a mi lectura
y el frío me acompaña en la mejilla. :::