[Uxío PR] Pasada ya la tragedia de Barajas, informativamente hablando, ya que para muchos no terminará nunca, ahora no dejan de llegar noticias sobre la seguridad de los aviones o si uno debe sentirse seguro o no a bordo de este medio de transporte.
La histeria llama a la histeria, los medios no dejan de publicar historiales de accidentes en todo el mundo, repasar con todo detalle todas las catástrofes aéreas, y aún así el avión sigue siendo el medio de transporte más seguro.
La consecuencia de esto es contribuir al nerviosismo del pasajero, mi punto de vista no ha cambiado tras el accidente, y creo que tras la histeria hay un problema de fondo, el no aceptar que un accidente puede ocurrir en cualquier parte, sí, incluso cuando uno está de vacaciones.
Que un transporte sea seguro no quiere decir no no sufra accidentes, véase el super crucero que naufragó el año pasado o el desgraciado accidente de Spainair.
Recuerdo que en una ocasión le dije a un amigo que se abrochase el cinturón, puesto que en el coche hay mucho peligro, su respuesta fue -bueno hombre, eso no va a pasarnos!! -, una actitud que cambió totalmente cuando vio un coche destrozado durante el viaje, debido a que el pavimento estaba resbaladizo, -nos pudo pasar a nosotros también, que no te quepa duda.-
Cuando uno se sube a un medio de transporte, el que sea, debe aceptar que un accidente puede ocurrir, de este modo actuará con más calma en caso de emergencia y tomará precauciones para que no ocurra, no se trata de ser cenizo, sino de ser prudente.
Analicemos qué ocurre cuando viajamos en avión, primero soportamos una interminable cola hasta el «check in», para después tener que superar un peculiar control policial (tema aparte), y tras esto, esperar a que se abra la puerta de embarque.
Una vez realizada toda la parafernalia nos subimos al aparato, y empieza lo peliagudo, el pasajero se encuentra dentro de un enorme tubo metálico, con dos salidas de emergencia, y observa a la tripulación, la mayoría reflexiona «Mi vida está en sus manos».
Tras pensar algo así la actitud de muchos cambia, y se ponen algo nerviosos, entonces intentan calmarse leyéndo el periódico o hablando con su acompañante, si lo tienen.
Tras una espera el piloto lleva la aeronave a la pista para realizar la fase más peligrosa del vuelo, poner la aeronave de 50.000 kg de peso a unos 900 km por hora, y una vez alcanzada esta velocidad levantarla del suelo, subir el morro y alcanzar la altura necesaria.
Una vez superado este trance, en pleno vuelo la gente suele tranquilizarse más, lo peor ha pasado, aunque muchos se siguen asustando por ciertos traqueteos o movimientos excepcionales del avión debido a turbulencias o otros factores.
Tras las horas de vuelo, llega el momento de aterrizar, y el descenso tampoco es agradable para todo el mundo, hay quien tiene cierto dolor en los oídos por el cambio de presión, y cuando el avión desciende lo suficiente pasa a ser controlado casi totalmente por el piloto que planea hasta encontrar el momento adecuado de tocar el suelo y poder frenar poco a poco.
Una vez en tierra el pasaje tiene cierta sensación de liberación, han llegado a su destino, a pesar de algunas cosas que les han asustado, y que aunque suenen muy complicadas, se hace de una manera muy segura, aunque nunca hay suficiente seguridad y se debe seguir trabajando en ello, como nos lo indica el accidente de Madrid, que rompió una racha de 30 años del aeropuerto sin accidentes de gravedad. </div>