Hoy me pasa un poco como a Roger Wolfe;
La verdad, por fin; llevo
Todo el día
queriendo redactar este poema
y ahora no recuerdo
qué se suponeque tenía que decir.
Los buenos escritores ?no hace falta
repetirlo? son aquellos
que saben siempre, exactamente, cuándo no deben escribir.Pero ése
evidentemente
no es mi caso.»
Pues eso, que llevo todo el día pensando en qué iba a escribir en este post, si sobre la fraternidad, la comunidad, o algo más profundo que son las habitudes, y algo más misterioso que es la suscitación de defensa….
Vuelvo a leer el post de Carlos, los números, vale; eso ya queda dicho; y la problemática revolución Francesa, y no puedo sino preguntarme si llamar «fraternal» a la revolución Francesa no será forzar un poco el término; dice Girondo, y hoy estoy muy poético, que hay que sublimarlo todo, si, quizá las moscas y los calcetines, pero no la revolución Francesa, porque precisamente eso de «libertad, igualdad y fraternidad» es la historia de las tres mentiras,
Libertad
porque si bien, claro, supuso un cambio radical en los sistemas sociales la revolución francesa produjo, y es causa de la mayor concentración de poder de toda la historia de la humanidad; el estado, a partir de ahí, (primero en el legislativo, después en el ejecutivo) fue adquiriendo más y más poder,
- se confunde la ley con el derecho (y hemos de notar que la ley, frente a la costumbre y a la jurisprudencia permite un mayor control por parte del estado) se rebaja la importancia del poder judicial (eran la boca que pronunciaba las palabras muertas de la ley)
- la radical separación de poderes hace que no sea posible controlar judicialmente la actividad del ejecutivo (porque juzgar a la administración es también administrar)
- Se otroga al gobierno el carácter de una potentior personae como un sujeto de derecho de otra categoría distinta y mejor de la de los ciudadanos, que asume importantes privilegios como el de autotutela declarativa (no se puede juzgar a la administración, la administración se juzga a si misma; y que es reducto de que en España, y supongo que en otros paises, tengamos un sistema previo de recursos administrativos para cualquier reclamación que lo único que hace es relentizar toda solución y cansar al personal, y además existía el simpatiquísimo principio de «solve et repete» por el cual se presumen válidos los actos de la administración y por tanto si quieres reclamar contra ellos, (por ejemplo contra un impuesto injusto) primero pagas y luego reclamas; pero no sólo tenemos el privilegio de autotutela declarativa sino también el de autotutela ejecutiva por el cual la administración puede, ella solita y sin encomendarse a nadie, ser juez y parte de sus asuntos sino también ejecutar sus propias decisiones por sí misma, es decir que puede sancionarte y luego multarte sin más, eso sí con el procedimiento consabido que como sabemos es un reducto de dignos argumentos jurídicos y cuna y casa de ilustres juristas de reconocida competencia.
La igualdad,
tampoco era lo que parece, igualdad, era igualdad ante la ley, esto es, igualdad en sentido formal, se pretende simplemente, la elimiación de los estratos sociales, pero sin preocupación alguna por las verdaderas desigualdades sociales existentes, con la terrible paradoja de que les decimos al rico y al pobre que son iguales y que por tanto la ley los debe tratar igual, es decir deben pagar los mismos impuestos, y cargas, y no hay que preocuparase, claro, en absoluto de este tipo de problematica, porque total «laissez faire laissez passer» además se eleva a dogma universal el principio de autonomía de la voluntad, con lo cual lo contratado por las partes tiene fuerza de ley por mucha situación conflictiva que tuviera una de las partes (a salvo claro la ley Azcárate, en España) y «tantum valet res, quantum vendit potest» aunque claro, y todo sea dicho, el hecho de que el estado, hoy en día, se haya preocupado del aseguramiento de las igualdades en sentido material, no hace sino aumentar el grosor de sus competencias.
Y la fraternidad
no sé, no creo que esta palabra en voca de un Robespierre, con todo lo que asesinó, pueda significar lo mismo que lo que queremos que signifique.
Y todo sea dicho, no niego la relevancia y la importancia histórica de la revolución francesa, y las ventajas que supuso, pero tampoco la vamos a beatificar.
Uff, aún, tengo pendiente el artículo sobre la comunidad, a ver, mañana será otro día.
Y en cuanto a la definición de fraternidad, yo no me fiaría de ninguna academia, lo sigo diciendo, y ahora con más fuerza, porque ya he consultado a instancias mayores, la fraternidad es una habitud, y concretamente, en mi opinión, es una habitud que permite la suscitación de defensa de tercero, (no claro la que permite la suscitación de mi propia defensa, eso será otra cosa, sino la que permite que una agresión a un tercero me suscite defensa y ello aunque la respuesta sea de contraataque, de defensa, o de negar el auxilio)