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He decidido inaugurar esta sección, su título ya lo habéis visto. Se trata de «Intrahistoria». Este concepto fue acuñado por Unamuno. Con él se quería designar las historias de la gente que no permanece en el recuerdo oficial de los pueblos. La gente sin fama. Quienes construyen la historia anónimamente sin que su nombre permanezca en los libros de texto, ni en los periódicos.
Esta sección se opone a otra que ya hemos creado, la sección de autores; donde, como podéis ver, hemos analizado a gente que sí ha alcancado suficiente renombre para ser recordados por las instituciones y gentes de bien, pero queremos ser justos, nosotros no queremos olvidar a aquellos que construyen la historia sin que su nombre quede. Os dejo el texto donde Unamuno lo explica mejor que yo:
Todo lo que cuentan a diario los periódicos, la historia toda del «presente momento histórico», no es sino la superficie del mar, una superficie que se hiela y cristaliza en los libros y registros, y una vez cristalizadas así, una capa dura, no mayor con respecto a la vida intrahistórica que esta pobre corteza en que vivimos con relación al inmenso foco ardiente que lleva dentro. Los periódicos nada dicen de la vida silenciosa de millones de hombres sin historia que a todas horas del día y en todos los países del globo se levantan a una orden del sol y van a sus campos a proseguir la oscura y silenciosa labor cotidiana y eterna, esa labor que, como las madréporas suboceánicas, echa las bases sobre las que se alzan los islotes de la Historia. Sobre el silencio augusto, decía, se apoya y vive el sonido, sobre la inmesa humanidad silenciosa se levantan los que meten bulla en la Historia. Esa vida intrahistórica, silenciosa y continua como el fondo mismo del mar, es la sustancia del progreso, la verdadera tradición, la tradición eterna, no la tradición mentida que se suele ir a buscar en el pasado enterrado en libros y papeles y monumentos y piedras.
MIGUEL DE UNAMUNO, «En torno al casticismo», 1905